Laboral
8/3/2022
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Síndrome de Burnout; ¿qué es? ¿por qué aparece? ¿cómo podemos evitarlo?

No es extraño que levantarnos un lunes para ir a trabajar nos suponga un gran esfuerzo tras haber pasado el fin de semana de descanso. Sin embargo, cuando el estrés, la exigencia laboral y la presión que percibimos es tan grande que nos cuesta encontrar la motivación cada día para ir a trabajar, o, incluso, vemos que nos ha empezado a afectar a nivel físico y emocional, debemos prestar atención y frenar. ¿Qué nos está pasando? ¿Cómo sabemos si estamos sufriendo el síndrome de burnout? 

¿Qué es el Burnout?

Inicialmente el burnout se asoció a determinados puestos de trabajo de cara al público que exigían mucha interacción con las personas y la obligación de mantener la compostura ante ellas. En la actualidad sabemos que cualquier persona puede sufrir este agotamiento laboral y que no sólo está asociado al estrés sino a más factores relacionados especialmente con que este agotamiento se produzca de manera prolongada en el tiempo. 

Cuando el entorno laboral se convierte en un espacio hostil, con falta de recursos y organización, lleno de exigencias o, todo lo contrario, en el que se infrautilizan nuestras capacidades, nos encontramos ante una situación de malestar e incomodidad que muchas veces resulta difícil de gestionar. Por ello podemos ver que además del exceso de trabajo o un entorno laboral conflictivo, la propia percepción que tenemos sobre nuestras capacidades juega un papel muy importante a la hora de que esta presión laboral sea un momento puntual de estrés o una situación continuada que desemboque en burnout

Síntomas del Burnout y sus consecuencias

La prolongación del agotamiento mental que generan el estrés, la presión laboral y el consiguiente agotamiento general dejan una serie de señales físicas y mentales que nos pueden indicar que estamos bajo el Síndrome del Burnout: 

  • Pérdida del apetito 
  • Insomnio
  • Dolor de cabeza 
  • Alteración del periodo menstrual 
  • Migrañas
  • Ansiedad 
  • Depresión 
  • Pensamientos repetitivos sobre el trabajo
  • Preocupación 
  • Desmotivación 

Todos o algunos de estos síntomas pueden estar presentes en la vida laboral de todas las personas. Sin embargo, cuando se instauran de manera permanente en nuestro día a día terminan por afectar a nuestro bienestar emocional en distintos aspectos. Por un lado, vemos disminuida nuestra autoestima y nuestra percepción de eficacia, e incluso dudamos de nuestra competencia y profesionalidad. Muchas personas sienten que la causa de su malestar surge de su propia incapacidad de realizar eficazmente todo el trabajo que se le ha asignado. Esta sensación ,si se prolonga en el tiempo, puede producir efectos negativos en la autoestima de la persona, la cual se ve cada vez más inútil en un entorno donde antes se percibía como competente.  Otras personas se ven desbordadas por la presión que reciben en sus trabajos, todo ello unido a la dificultad de poder organizarse y estructurar sus actividades, ya sea por falta de tiempo o por carecer de recursos para poder hacerlo. 

Por otro lado, el exceso de trabajo que desemboca en burnout puede afectar al bienestar emocional en nuestra vida privada. Muchas personas reflejan que son incapaces de “desconectar” del trabajo y acaban por prolongar sus jornadas laborales, e incluso en periodos vacacionales o fines de semana no pueden dejar de pensar en el trabajo. Esto, lógicamente, afecta a su capacidad de disfrutar de ocio, familia y amigos. Numerosas investigaciones han demostrado que el reposo mental es muy importante a la hora de aumentar los niveles de eficacia de las personas, tanto en el entorno académico como laboral. Si tenemos dificultad para poder descansar mentalmente de nuestras tareas laborales, es muy probable que cuando las retomemos nuestro nivel de productividad sea menor que si logramos desconectarnos del trabajo. 

En definitiva, podemos observar que padecer el síndrome de burnout no sólo tiene que ver con factores laborales, sino también con factores personales estrechamente vinculados a nuestra propia percepción y autoestima. Conocer esta relación ha sido muy importante a la hora de encontrar distintas formas de tratarlo y prevenirlo. 

Cómo podemos prevenir el agotamiento laboral

Cuidar nuestro bienestar emocional es importante, pero no sólo en el trabajo apoyándonos en nuestros compañeros o tomando breves descansos. Asimismo es también muy importante descansar y recuperar la energía que perdemos tras una jornada laboral diaria, realizando actividades de ocio que nos permitan relajarnos y conectar con nosotros mismos. Una de las actividades más recomendadas es el yoga, ya que permite conectar con nuestro cuerpo y nuestra mente desde la calma y el respeto. Distintas variantes como el mindfulness han ido surgiendo como forma de cuidar nuestro bienestar general y así prevenir no solo el estrés laboral o burnout, sino también proporcionar a nuestro cuerpo y mente un espacio de relajación y calma incluso en los días donde no lo necesitamos tanto. Existen otras actividades que son más sencillas, como dar un paseo o hacer cualquier deporte que nos permita liberar el estrés físico y mental. 

Por otro lado, si estamos experimentando un estrés proveniente de una falta de recursos por parte de la empresa, una mala organización, una mala definición de roles o un conflicto con algún compañero, es hora de tomar cartas en el asunto y ofrecer de una manera proactiva soluciones a nuestros responsables, o al departamento encargado. No debemos temer el pedir ayuda en este sentido; la propia empresa se verá beneficiada de realizar los ajustes necesarios para que los trabajadores desarrollen su actividad con productividad, efectividad y bienestar.

Una vez el Burnout está presente, ¿qué debemos saber?

Para abordar este síndrome de manera eficaz es importante tener en cuenta todos los factores que están relacionados. 

  • Pedir ayuda psicológica. Una de las primeras cosas que el psicólogo hará será realizar una cronología de los distintos entornos laborales donde se ha desarrollado la persona que padece este síndrome y cómo se ha desenvuelto en ellos. Cuando hacemos este recorrido observamos que muchas personas han depositado en el trabajo unas expectativas poco ajustadas a la realidad. Estas expectativas suelen ser elevadas y chocan con la realidad, generando una sensación de frustración y desesperanza muy profunda en las personas. Si lo que esperamos y deseamos del entorno laboral no se cumple y, además, carecemos de habilidades para ponerlo de manifiesto o regular nuestra frustración, nos cargamos de sensaciones negativas que acaban por sobrepasarnos. 

Es por lo tanto muy importante que las empresas sean conscientes de que los trabajadores, con o sin experiencia previa, vendrán cargados de expectativas que podrán cumplirse o no y que por lo tanto nos anticipemos a ellas, otorgándoles un espacio para poder expresar sus deseos de manera abierta o anónima. Muchas empresas han colocado buzones de sugerencia anónimos que permiten que todos los empleados realicen propongan mejoras y así sientan que sus necesidades están siendo escuchadas.

  • Así mismo, como se ha mencionado anteriormente, muchas personas carecen de las suficientes habilidades personales para poder gestionar sus emociones, por lo que las frustraciones, el estrés y la carga laboral pueden sobrecargarles y afectar a su bienestar emocional antes que a otras personas. Esto es un trabajo personal que hacer a través de terapia. Pero dado que este déficit de habilidades también puede hacerse patente en tareas laborales, las empresas podrán también poner su granito de arena. Por ejemplo, una persona con déficit en habilidades comunicativas, puede ver incrementado su estrés en contextos de trabajo en equipo o en aquellos en los que hay falta de información. Así, cuando la persona carece de habilidades comunicativas, organizativas y planificativas, puede volverse más vulnerable a padecer este síndrome. Tanto para prevenir como para tratar estas dificultades, las empresas deberían implementar, si no lo han hecho, formaciones periódicas a sus empleados en las que dotarles de recursos y habilidades a sus equipos, para que así la percepción de autoeficacia y conocimiento sea mayor y puedan manejar mejor la incertidumbre o la presión laboral. 
  • A nivel individual podemos trabajar distintos aspectos para gestionar mejor el estrés y el agobio en el trabajo. Por un lado, es importante tomarnos pequeños descansos o pausas para organizar nuestras ideas y ampliar el enfoque que tenemos en una tarea, la atención, la velocidad y el rendimiento. Muchas veces cuando pasamos horas trabajando en un proyecto o tarea, disminuye nuestro rendimiento y atención, haciendo que pasemos por alto aspectos que son sencillos y muchas veces obvios, con la consecuencia de que nos frustramos y enfadamos con nosotros mismos. Así mismo, si contamos con compañeros a los que pedir ayuda, no debemos pensar en el qué dirán o lo absurdas que pueden ser nuestras preguntas. Muchas veces nos juzgamos más nosotros que nuestros propios compañeros, por lo que debemos armarnos de valor y perder el miedo a preguntar. 

En definitiva, tener estrés en el ámbito laboral es algo común en todas las personas; sin embargo, cuando este estrés y agobio permanecen en el tiempo pueden comenzar a afectar a nuestro bienestar emocional, físico y mental, interfiriendo tanto en nuestro ámbito laboral como en el personal.  Es fundamental que no normalicemos este malestar, ya que a medida que dejamos pasar el tiempo surgen síntomas cada vez más incómodos y negativos que interfieren cada vez más en nuestro bienestar general, como el insomnio o la ansiedad. Cuando tomamos conciencia de que algo así nos sucede debemos buscar apoyo y ayuda en todos los recursos que tengamos a nuestro alrededor (amigos, familia, compañeros de trabajo, profesionales de la salud mental…). Muchas veces necesitamos un trabajo más profundo para aprender a ajustar nuestras expectativas y gestionar mejor distintas emociones negativas como la frustración.

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