Todos hemos experimentado estrés alguna vez en la vida y conocemos, en mayor o menor medida, sus repercusiones para nuestro bienestar psicológico y físico. Más allá de su impacto negativo en nuestro descanso adecuado y equilibrio emocional, el estrés también afecta nuestra concentración, reduce nuestro rendimiento cognitivo y productividad.