Depresión
5/10/2022
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Trastorno afectivo estacional (TAE): ¿cómo puede afectarnos el otoño?

De acuerdo con el Observatorio Astronómico Nacional, el 23 de septiembre despedimos el verano para dar paso a un nuevo ciclo de otoño pero, la pregunta es, ¿tiene esto algún efecto en nuestro estado físico y emocional?

Es indudable el impacto que generan los cambios climáticos en los seres humanos, pero, está comprobado que todos encontramos confort en las temperaturas ambientales con parámetros que, en niveles de calor, oscilan entre los 20-25º y con una humedad entre el 40 y el 70%. Vivir en entornos en los que hay una gran variación de los niveles señalados puede predisponernos al desarrollo del estrés meteorológico, el cual implica forzar nuestros mecanismos naturales de adaptación, tanto físicos como mentales.

Causas fisiológicas y psicológicas

¿Por qué esto es así? Pues existen dos grandes explicaciones para ello y son, por un lado, la física y, por otro, la psicológica.

A nivel fisiológico, es importante entender que la luz solar nos proporciona vitamina D y con ella conseguimos, entre otras cosas, un adecuado funcionamiento de nuestro sistema nervioso, muscular e inmunitario. En otoño, las cifras del suero de dicha vitamina descienden drásticamente, motivo por el cual experimentamos cierto dolores musculares. Por otro lado, a nivel del sistema nervioso central, la vitamina D se encarga de la regulación apropiada de los niveles de serotonina, conocida como el neurotransmisor de la felicidad, con lo cual nuestros estados de ánimo negativos se encuentran más estables y reducidos. Cuando, por la razón que sea, experimentamos una merma significativa de serotonina y esta coincide con el período otoñal y, por consiguiente, con una reducción de las horas de luz, aparecen estados de apatía, tristeza e, incluso, irritabilidad. 

Son muchos los estudios que certifican esa estrecha correlación entre los días grises de otoño e invierno con un incremento de episodios suicidas, motivo por el cual en varios países del norte de Europa los especialistas recomiendan sesiones regulares de fototerapia. Como ejemplo, en Suecia existen paneles solares en las estaciones de autobuses para que la gente pueda hacer uso gratuito de ellos y, de esa manera, experimentar los beneficios de niveles adecuados de serotonina en el cuerpo.

Pero el otoño también afecta a nivel psicológico. De acuerdo con el psicólogo Sergio García y, citando los estudios de Freud, una de las características fundamentales del ser humano es que, como seres con lenguaje hablado, somos fundamentalmente simbólicos. El otoño es una época que representa para nosotros el final de los días de sol, de las sensaciones placenteras y de las emociones positivas ligadas al buen tiempo y al ocio veraniegos. En nuestro imaginario, el otoño se presenta como un período para reflexionar sobre el nuevo ciclo que se acaba de iniciar y es por ello que nuestro estado de ánimo puede llegar a caracterizarse por el abatimiento, la melancolía y el cansancio. 

Cuando estos síntomas son muy intensos o muy prolongados, surge el trastorno afectivo estacional (TAE), un tipo de depresión relacionada con los cambios de estación climática, que comienza y finaliza siempre aproximadamente en la misma época del año.

¿Todas las personas somos igual de propensas a experimentar el trastorno afectivo estacional en otoño?

En principio, es fundamental tener presente que, aunque la "depresión de invierno" afecta a más de 12 millones de personas, ocurre mayormente en regiones del mundo alejadas del Ecuador, Europa o América del norte, principalmente, donde el ritmo biológico natural del organismo se ve afectado intensamente por esos días más cortos de invierno.

La principal experta sobre este tema, Brenda Mc Mahon1, habla de una predisposición biológica en términos de niveles de serotonina en nuestro cerebro. La predisposición a sufrir el trastorno afectivo estacional (TAE) depende de un gen que codifica un transportador cerebral de serotonina, una proteína que regula la eficacia con la que la serotonina se elimina del cerebro. Una de las funciones principales de este transportador es la de eliminar serotonina de aquellas células nerviosas en las que esta no se encuentra activa. Por tanto, a mayor actividad del transportador, menor serotonina y viceversa.

El trastorno afectivo estacional, por tanto, solo ocurriría en personas propensas a una mayor acción de ese transportador. En verano el sol actúa como el encargado de mantener los niveles adecuados de serotonina, pero en otoño e invierno dichas personas sufren de niveles altos de movimiento del transportador y, con ello, bajos niveles de serotonina.

¿Cuáles son los síntomas del trastorno afectivo estacional?

Generalmente, comienzan a manifestarse durante el período otoñal o bien a principios del invierno, para desvanecerse hacia el inicio de la primavera y el verano cuando los días de sol son más frecuentes e intensos. Muy pocas veces sucede lo contrario, que las personas desarrollen los síntomas hacia la época veraniega. Independientemente del caso, los síntomas pueden manifestarse de forma tenue en sus comienzos para irse incrementando con el paso de la estación.

Entre dichos síntomas encontramos los siguientes, que se dan durante la mayor parte del día y casi todos los días:

  • Una falta generalizada de energía: apatía, tristeza, decaimiento, etc.
  • Sentimientos negativos de culpa, desesperanza y mal humor
  • Negatividad de los pensamientos y del estado de ánimo
  • Abulia
  • Sueño excesivo que interfiere con las obligaciones diarias
  • Sensación de fatiga constante
  • Mayor necesidad de comidas con hidratos
  • Problemas de concentración
  • En algunos casos, inclusive, pueden surgir planteamientos existenciales sobre el sentido de la vida

¿Cómo combatir el trastorno afectivo estacional?

En otoño es normal que aparezcan emociones como la nostalgia o la tristeza. Sin embargo, cuando los síntomas anteriores se manifiestan de forma persistente, lo ideal sería hacer una consulta médica y descartar que cualquier otra variable esté generando dicho malestar. Señales de alarma importantes son las alteraciones de los patrones de sueño y apetito y el uso frecuente de alcohol para experimentar placer o, incluso, tener ideas suicidas. 

El tratamiento del TAE suele comprender un combinado de diferentes factores. Algunas de las recomendaciones de expertos son:

Actividad frecuente

Aunque, precisamente por el TAE y por la época lo que más apetece es quedarse en casa, es recomendable salir al exterior y realizar actividades y ejercicio al aire libre. De esta manera, no sólo se puede aprovechar la poca cantidad de luz que se puede conseguir y aumentar de manera natural los niveles de vitamina D, sino que, al hacer ejercicio, aumentarán también nuestros niveles de endorfinas y serotonina, lo que mejorará nuestro estado de ánimo.

Higiene del sueño y la alimentación

Otra recomendación habitual es llevar una alimentación saludable y seguir unos horarios de sueño determinados. Una alimentación rica en triptófanos y vitamina B6 (legumbres, frutos secos, pescado azul) ayudará a captar y sintetizar en mayor cantidad la serotonina. También regular nuestros horarios de sueño contribuirá al bienestar de nuestro estado anímico y a evitar trastornos relacionados con los ciclos circadianos. Establecer una rutina tanto a la hora de acostarnos como de despertarnos y evitar siestas muy prolongadas son algunas de las acciones que podemos llevar a cabo.

Ambientación luminosa y colores claros

Si, por cualquier razón, estamos obligados a pasar la mayor parte de nuestro tiempo dentro de casa, lo recomendable es recrear, de la forma más fiel posible, el ambiente exterior. Mantener abiertas las cortinas y persianas, liberar el espacio de la casa que vayamos a ocupar de cualquier objeto innecesario que bloquee la luz exterior y convertir los habitaciones en espacios diáfanos ayudará a dar sensación de apertura. Además, se puede optar por pintar las paredes y aumentar la decoración de colores claros, aportando mayor luminosidad al entorno.

Medicación

Generalmente los fármacos predominantes en estos casos son los inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS), antidepresivos cuya función es la de disminuir los niveles de los transportadores de serotonina, para así conseguir desacelerar su eliminación entre las células nerviosas. Hay que tener en cuenta que estos deben ser prescritos por un médico.

También, para compensar el descenso marcado de vitamina D que se produce durante esta época, se ha recomendado el consumo de suplementos nutricionales. Los resultados en este tipo de medida no son, hasta la fecha, concluyentes, sin embargo, es muy frecuente que se tomen suplementos vitamínicos con carácter preventivo.

Terapia psicológica

Con niveles de efectividad altos para este tipo de problemáticas, la intervención cognitivo-conductual se ocupa de manejar aquellos pensamientos que florecen en otoño y que generan malestar, negatividad, irritabilidad y conductas poco saludables. Esta terapia utiliza la reestructuración cognitiva, enfocando las situaciones de una forma más funcional y útil y dotando a la persona de recursos psicológicos para autorregularse tanto a nivel emocional como a nivel cognitivo.

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