Ansiedad
27/11/2022
7
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Señales para reconocer las compras compulsivas y cómo evitarlas

¿Sabías que sólo en compras por Internet los españoles gastaron una media de más de 2.000 euros el pasado año1? Para muchas personas, las compras son un índice de felicidad, estatus social y bienestar emocional. Todos compramos, así obtenemos las cosas que necesitamos para vivir, desde la comida y los artículos de higiene personal hasta la ropa y la tecnología que usamos a diario. Sin embargo, hay personas para las que las compras no son solo una forma de consumo sino una forma de manejar su ansiedad.

Se trata de personas que compran por impulso, guiadas por el placer instantáneo que les genera ese comportamiento, independientemente de si necesitan el producto o no. Son personas que se dejan llevar por el deseo desenfrenado e incontrolable de comprar porque el acto de hacerlo les genera una enorme satisfacción y les ayuda a aliviar la ansiedad, el estrés o la frustración de su vida. El problema es que, a la larga, esas compras compulsivas no solo terminan cobrándose una alta factura económica sino que incrementan, aún más, la sensación de descontrol sobre su vida.

Las necesidades, el motor impulsor de las compras

La mayoría de las personas no presta atención a su comportamiento de compra. Suelen pensar que se trata de una acción muy sencilla, por lo que terminan comprando de forma casi automática. Eligen el objeto o producto que quieren, se decantan por su modelo preferido y pagan por él. Sin embargo, en realidad el proceso de compra es mucho más complejo. Según Philip Kotler, el padre del marketing moderno, todo comienza con el reconocimiento de una necesidad insatisfecha o un problema por resolver, que es el que motiva a consumir. El problema surge cuando el deseo se confunde con la necesidad.

Para comprender mejor este fenómeno, es importante remontarse a la jerarquía de las necesidades humanas descritas por el psicólogo Abraham Maslow, que distingue entre las necesidades primarias y secundarias. Las necesidades primarias o básicas son aquellas que nos permiten vivir y sentirnos seguros en nuestro entorno como alimentarse, descansar o estar a buen recaudo bajo un techo. En cambio, las necesidades secundarias o superiores son aquellas no son esenciales para la vida pero que repercuten en nuestro desarrollo y bienestar, como ir a comer a un restaurante con amigos o leer un libro. Estas últimas se caracterizan por tener un marcado componente emocional en el que la sensación de carencia se transforma en deseo.

Tanto la publicidad y el marketing como la excesiva oferta de productos hacen que nuestro cerebro interprete los deseos como necesidades. De ahí que muchas personas terminan comprando objetos o productos que les facilitan la vida pero que, en realidad, no necesitan, porque consideran que son “esenciales” para su vida. Igualmente, manipulan las emociones de las personas para que compren el último objeto de moda al venderles la falacia de que con esos productos se sentirán más especiales y felices. De esta manera, los consumidores terminan sumidos en un ciclo de consumo en el que cuanto más tienes, más necesitas y quieres.

Esta misma sociedad de consumo cada vez sitúa más la realización personal en las posesiones y pertenencias, en lo que compramos y dónde lo compramos, mezclando así valores y consumo. El problema es que, a largo plazo, ese continuo mirar hacia el exterior y las apariencias en lugar de hacia el interior puede pasar una alta factura emocional y moldear personas que no son capaces de gestionar sus propias emociones y necesitan recurrir a las posesiones y las compras para sentirse bien consigo mismas, combatir la ansiedad, controlar su ira y lidiar con el estrés o la frustración en su día a día. Un terreno fértil para aquellos que intentan ocultar sus sentimientos de soledad, infelicidad y/o inseguridad comprando de manera compulsiva.

¿Qué pasa por la mente de un comprador compulsivo?

Cabe destacar que vivir en la sociedad de consumo actual, ser un comprador habitual o tener predilección por vestir a la moda no te convierte automáticamente en un comprador compulsivo. Las compras compulsivas, también conocidas como oniomanía, son un trastorno multifactorial en el que también influyen otros elementos como, por ejemplo, algunas características de personalidad, un entorno familiar disfuncional o la existencia de factores psicológicos de riesgo.

Se conoce que las personas diagnosticadas con un trastorno de ansiedad, una alteración del estado de ánimo, un problema en el control de impulsos o por dependencia de sustancias tienen una mayor probabilidad de convertirse en compradores compulsivos, como reveló un estudio realizado en la Universidad Autónoma de Barcelona. De la misma manera, las personas con un escaso autocontrol, una baja autoestima, una autoimagen negativa, una gran inseguridad en sí mismas o una dependencia de la aprobación social son más propensas a comprar de manera impulsiva, según confirmaron expertos de la Universidad de Bolonia.

Sin embargo, lo que en realidad distingue a un comprador consumista de un comprador compulsivo es el mecanismo psicológico tras la compra. Mientras la mayoría de las personas que compran por simple consumo están motivadas por el hecho de acumular posesiones para sentirse mejor, obtener reconocimiento social o mejorar su autoestima, lo que mueve a los compradores compulsivos suele ser la compra en sí. Para los compradores compulsivos el acto de comprar es un momento catártico, a través del cual alivian su ansiedad, liberan sus tensiones y experimentan una fugaz sensación de calma y tranquilidad.

El mecanismo psicológico que se encuentra tras las compras compulsivas es muy similar al de las adicciones. Antes de la compra la persona experimenta una especie de malestar emocional en forma de ansiedad, depresión o inseguridad que incrementa la sensación de “urgencia”, a la vez que reduce su atención selectiva y control inhibitorio. De esta manera, se lanza a la compra en busca de una gratificación instantánea que le permita sentirse mejor consigo mismo. Y lo consigue, solo que esa sensación de bienestar desaparece rápidamente y en su lugar se instaura el arrepentimiento, la culpa y el remordimiento por haber cedido una vez más a este comportamiento.

Señales para reconocer las compras compulsivas

Como en las adicciones, muchas de las personas que compran de manera compulsiva no son conscientes de este problema. De hecho, en muchos casos ni siquiera las personas a su alrededor son capaces de identificar este comportamiento hasta que las consecuencias saltan a la vista. Afortunadamente, existen algunas señales que pueden ayudar a identificar a un comprador compulsivo antes de que el problema cobre fuerza. Por lo general, un comprador compulsivo:

  • Siente una necesidad irresistible de comprar objetos inútiles que no necesita y que muchas veces tampoco usa.
  • Experimenta un estado de euforia en el momento de la adquisición que desaparece rápidamente tras la compra.
  • Va de compras o pasa muchas horas en sitios de compra online cuando está triste, se siente ansioso o frustrado.
  • Dedica mucho tiempo y esfuerzo en buscar artículos y productos para comprar.
  • Planifica e invierte tiempo en organizar compras que nunca realizará.
  • Hace compras que superan su poder adquisitivo, por lo que muchas veces termina endeudándose.
  • Se siente culpable o avergonzado y se arrepiente de haber comprado y se percata de que cedió una vez más a sus impulsos.

Guía práctica: cinco recomendaciones para frenar las compras compulsivas

Vivir en una sociedad que impulsa cada vez más el consumo y facilita el proceso de compra no ayuda precisamente a los compradores compulsivos. Sin embargo, aún insertos en ese mundo, es posible poner coto a la impulsividad, frenar los deseos de comprar y regular las compras compulsivas. He aquí algunas ideas útiles que pueden ayudarte:

  1. Dedica un tiempo a reflexionar antes de cada compra. Antes de hacer cualquier compra, por pequeña que sea, dedica un tiempo a reflexionar sobre el producto, artículo o servicio que quieres comprar. ¿Realmente lo necesitas? ¿Cómo cambiaría tu vida si decidieras no comprarlo? ¿Puedes retrasar la compra varias semanas o meses? Si crees que en realidad no necesitas ese artículo y puedes seguir viviendo sin problemas sin él, entonces quizá no debas comprarlo.
  2. Toma consciencia de tus emociones en el momento de la compra. Las emociones son uno de los indicadores más poderosos de una compra compulsiva. Por tanto, cada vez que sientas la necesidad de comprar algo, haz primero una pausa y enfócate en las emociones que estás sintiendo en ese momento. ¿Te sientes triste? ¿Estás enfadado? ¿Estás ansioso? Quizá sea mejor posponer la compra hasta que esas emociones hayan pasado y luego volver a reflexionar sobre si en realidad necesitas lo que vas a comprar.
  3. Planifica lo que vas a comprar. No hay mejor manera de poner freno a tu comportamiento de compra impulsivo que planificar con antelación lo que vas a comprar. Antes de ir a una tienda, un supermercado o comprar online elabora una guía con las cosas que necesitas. Al día siguiente vuelve a mirar la lista y piensa si en realidad sigues necesitando todo lo que anotaste. Elimina todos los prescindibles de tu guía y cuando vayas a comprar cíñete a lo que has escrito.
  4. Fija un presupuesto cerrado. Contar con un presupuesto de compra no solo te ayudará a organizar tus finanzas personales sino que evitará que hagas compras de manera compulsiva. Lo ideal es que establezcas un presupuesto cerrado a inicio de mes, separando el dinero que destinarás a comprar. Haz coincidir tu presupuesto con tu guía de compras y, si no es suficiente, prioriza los artículos que más necesitas y deja los pendientes para el mes siguiente. Sé sincero contigo mismo y no te saltes el presupuesto bajo ninguna circunstancia.
  5. Compra siempre acompañado. Ir de tiendas con tu pareja, un amigo o un familiar te ayudará a poner freno a tu impulso de comprar. Por tanto, habla abiertamente con alguien de tu confianza, cuéntale qué te sucede y pídele que te acompañe en tus compras. Es una manera sencilla de evitar caer en la tentación mientras aprendes a controlar tu propio comportamiento.

Para ayudarte a planificar tus próximas compras, desde Therapyside queremos compartir contigo esta lista que puedes ir rellenando con aquellos artículos que sean imprescindibles o, si lo prefieres, con las recomendaciones para regular tus compras que no quieras olvidar. Haz click en el botón derecho sobre la imagen para poder guardarla:

Como conclusión, si no te sientes bien contigo mismo y necesitas reforzar tu autoestima, comprar de manera compulsiva no te ayudará, sino que se puede convertir en un problema aún mayor. Si crees que no puedes solucionarlo por tu cuenta, una opción es acudir a un psicólogo que pueda brindarte los recursos que necesitas para recuperar el control de tu vida.

En Therapyside encontrarás profesionales que te pueden aconsejar, apoyar y ayudar a alcanzar tu mejor versión.

Referencias:

1(2019) Smart Consumer, el consumidor español conecta con la compra inteligente. El Observatorio Cetelem.

Marcet, D. et. Al. (2015) El trastorno de la compra compulsiva. Cuadernos de medicina psicosomática y psiquiatría de enlace; 117: 11-16.

Biolcati, R. (2017) The Role of Self-esteem and Fear of Negative Evaluation in Compulsive Buying. Frontiers in Psychology.