Psicólogo Online
20/3/2023
6
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¿Por qué deberían ir a terapia los psicólogos?

Ir a terapia se está convirtiendo, poco a poco, en un acto cotidiano y orientado a mejorar el bienestar psicológico o el desarrollo personal, incluso para los propios miembros de esta profesión. Se trata de una idea que, en un primer instante, genera sorpresa en la población, pues se suele creer que aquellos que proporcionan herramientas para superar problemas también las tienen totalmente disponibles para sí mismos.

Sin embargo, al igual que un médico acude a otro para obtener un diagnóstico fiable sobre sus propias enfermedades, un psicólogo requiere de otro de su gremio para adquirir fortalezas y recursos para ayudarse a sí mismo. Muchos profesionales afirman, de hecho, que la terapia también forma parte de la capacitación de los propios psicólogos.

Y es que los beneficios de una terapia van más allá de los habituales cuando se realiza entre profesionales. Se trata de un entorno seguro donde seguir desarrollando las propias capacidades para tratar a los demás y, en definitiva, observar el proceso terapéutico desde una perspectiva más elevada. En este artículo vamos a explorar todos estos beneficios en detalle.

El objetivo de la terapia para psicólogos

Puesto que la terapia psicológica busca el bienestar del paciente a través de la modificación de su conducta o de sus pensamientos, no es de extrañar que los psicólogos también lo necesiten. La búsqueda de la independencia personal y el equilibrio emocional son motivos recurrentes para decidirse a dejarse guiar por un profesional y adquirir técnicas para superar los problemas.

Cualquier experto en el comportamiento humano, ya desde que estudia la carrera, se enfrenta a comentarios del tipo “Pero tú eres psicóloga, no debería afectarte”, “¿No te aplicas las técnicas que has aprendido?” y demás muestras de la errónea creencia de que la terapia es autoaplicable. Sin embargo, es difícil trabajar con objetividad sobre uno mismo, y más si es en un momento vital doloroso o se está lidiando con algún trastorno. Además, quizá la ayuda que se necesita requiere de un profesional de otra especialización.

¿Cuáles son los beneficios de ir a terapia siendo psicólogo?

Un profesional de la psicología, cuyo propósito es ayudar a los demás a sentirse mejor, es tan ser humano como aquellos a quienes trata. Tiene sus propios problemas personales y dificultades, está expuesto a enfermedades, duelos y accidentes. Por tanto, es de esperar que también necesiten ayuda en momentos determinados de su vida.

La psicología, como cualquier otra disciplina orientada a las personas, tiene una gran carga emocional. En consecuencia, requiere de un mínimo de bienestar personal para ejercerse de manera efectiva. En definitiva, un psicólogo que no está bien no será capaz de ayudar a sus pacientes.

Y no sólo eso: compartir esa carga con alguien que lleva a cabo el mismo trabajo es enriquecedor a varios niveles. A continuación, profundizamos en esto.

Empatizar mejor con los pacientes

La experiencia de la terapia no es igual a un lado o al otro del escritorio (o de la pantalla). Esto solo puede comprobarse de una manera directa: experimentando ambas caras del proceso terapéutico. De esta manera, el profesional es capaz de ponerse en los zapatos de su paciente, comprender sus miedos y sus reacciones a estar en un entorno donde se abre y expone sus partes más vulnerables. 

Mitigar la fatiga por compasión

Existe una relación significativa entre el número de pacientes que se atienden al día, la presión en el trabajo y tener un espacio adecuado para trebajar con los resultados obtenidos en escalas de burnout y “fatiga por compasión” en profesionales de la psicología. La propia vinculación emocional con el bienestar del paciente, unida a la creciente demanda de servicios psicológicos (sobre todo desde la pandemia del COVID-19), ha incidido también en la salud mental de los profesionales de este campo. 

Por ello, resulta casi imprescindible que los propios psicólogos acudan a terapia. En esta profesión, todos los días se trata con personas que están sufriendo, con casos difíciles y con las propias dificultades del terapeuta, como encontrar un lugar apropiado para su ejercicio u obtener éxito con sus métodos, al mismo tiempo que está en continua formación. Es normal que la alta exigencia y especialización que requiere la atención psicológica produzca un desgaste que requiera de asistencia.

Complementar la formación

La teoría sin práctica no sirve de nada. Es como enseñar a dibujar a un alumno mediante el estudio de libros de arte, pero sin haber cogido nunca un carboncillo. La terapia y sus diferentes procesos y aspectos deben experimentarse desde todos los ángulos posibles y eso incluye el de ser paciente. De esta manera, la formación teórica se experimenta como propia y amplía la capacidad de aplicarla a la realidad y ajustarla a cada paciente, situación y método.

Por otro lado, una de las razones por las que la mayoría de psicólogos afirman que la terapia es un complemento útil para su formación es la detección de errores en la parte teórica. La capacitación recibida suele encontrarse insuficiente, ya que se trata de enseñanzas generales. Con el añadido de la terapia se detecta qué partes de la misma son poco aplicables, están desfasadas, etc.

Aumentar el autocuidado

Como se decía anteriormente, existe el mito de que los psicólogos son capaces de aplicar las técnicas psicoterapéuticas que usan en terapia consigo mismos. Sin embargo, esto no resulta en la práctica por una sencilla razón: las problemáticas personales que atraviesan les afectan como a todos los demás. Aquí es donde entran los autocuidados, siendo uno de ellos la terapia psicológica. Ciertos trastornos, como enfermedades mentales o adicciones, requerirán siempre de una intervención profesional para superarlas o sobrellevarlas, y los psicólogos son igual de susceptibles a ellas como cualquier otra persona.

Adicionalmente, autores como Crowley y Gottlieb afirman que practicar los autocuidados tiene un efecto positivo sobre la percepción de los problemas del paciente, por lo que la terapia se vuelve más eficaz. Tomarse tiempo en cuidar la propia salud mental ya está dejando de verse como una muestra de autoindulgencia y debilidad entre la población para convertirse en una rutina deseable y que afecta positivamente a la productividad y al bienestar.

Enfrentarse mejor a dilemas éticos

Dentro del proceso terapéutico se toman decisiones constantemente: en la velocidad del tratamiento, en los métodos de diagnóstico, en las técnicas que se aplican y prácticamente en cada palabra que se pronuncia. Por eso, enfrentarse a dilemas éticos es una realidad constante para los psicólogos.

Cuando el terapeuta sigue su propio proceso terapéutico, adquiere recursos para enfrentarse a estos dilemas de manera efectiva. Y no solo eso, sino que también gestiona mejor las acciones que le llevan a ellos, así como las emociones resultantes. Esto es especialmente útil para casos delicados.

Desmitificar la terapia y superar el estigma de la enfermedad mental

¿Te fiarías de un psicólogo que nunca ha ido a terapia? Cuando se trata de derribar el estigma de “ir a terapia es para locos”, los terapeutas son los primeros que pueden dar ejemplo. Es una señal de que crees en tu propia profesión y de que todo el mundo merece una asistencia psicológica cuando atraviesa dificultades de esta índole.

En cuanto al paciente, le proporciona la seguridad de que el profesional que le atiende ha estado también en su lugar. No solo se trata de los beneficios que aporta la terapia al desempeño del psicólogo en sus funciones, sino en la sensación de que este cree en su propio trabajo. 

En definitiva, hemos mostrado que un terapeuta que acude a consulta está más capacitado para comprender a su paciente y, sobre todo, se ayuda a sí mismo para poder ayudar a los demás. Por eso, si eres el primero en recomendar a los demás que se acerquen a tu consulta cuando se sienten mal, no dudes en dar ejemplo con tu propia experiencia como paciente, ya que te sentirás más capacitado para proporcionar tu terapia, ya sea de manera online o presencial.

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